lunes, 20 de agosto de 2012

Estamos rayados

El odio es como el agua, llega a todas las costas, y los sentimientos son tapones que se pasan de rosca.

En esta sociedad fenotípica, en la que todo se basa en lo material, en lo que podemos ver y tocar, y no se contempla la profundidad que todo ello conlleva. Vivimos en una tremenda hipocresía en la que se dice que lo importante es el interior, que hay que seguir al corazón, que has de hacer lo que dicten tus sentimientos, pero realmente los sentimientos son algo bastante intrascendente cuando posees una mansión en Miami y un Porsche. A nadie le importa entonces lo que pienses o lo que sientas, eres un ídolo de masas por las posesiones materiales de las que dispones. Llegados a este punto, te sientes engañado, toda tu vida te han dicho que el dinero no da la felicidad, y tú te lo has creído. Pero, ¿es realmente cierto? ¿No es cierto que el dinero puede suponer y supone una importante fuente de felicidad? Es una reflexión muy interesante que yo creo que todo el mundo se ha hecho alguna vez en su vida. “¿Y si fuera rico?”. “¿Y si fuera famoso?”. No nos engañemos, todo el mundo ha soñado con ello alguna vez, pero la gran mayoría de la gente es conformista, y esas aspiraciones se quedan en eso, aspiraciones. Estudias tu carrera porque es lo que te dicen que debes hacer, haces un Master, porque claro, te abrirá muchas puertas. Un doctorado, una tesis y bla bla bla. ¿Para qué? Para que llegue un niño de papá enchufado y te quite el puesto de tus sueños. Así es como acabas trabajando en cualquier cosa que podrías haber hecho sin tener ni siquiera el Bachillerato. Aun así, tú te dices a ti mismo: “No, yo voy a ser feliz, cueste lo que cueste”. Bien. ¿Y qué haces para ello? Estudias aún más para intentar conseguir un puesto “medio decente”, que a pesar de todo, no hará justicia a todo lo que te has esforzado en tu vida. O bien, te pluriemplearás de una manera exagerada hasta que tengas que medir el tiempo entre respiración y respiración para que te cuadren los horarios. Y esto, de nuevo, ¿a qué nos lleva? A amasar dinero para conseguir esa supuesta felicidad. ¿Dónde está ahora eso de los sentimientos, y que el dinero no es importante? ¿Se lo ha llevado el viento? En mi opinión, el ser humano es avaricioso por naturaleza y nos esforzamos por intentar negarlo, porque eso está considerado como una cualidad mezquina. Y en cierto modo es así, pero por otro lado, creo que se trata de un instinto de supervivencia, el dinero solo es como el seguro de vida que nos va a facilitar la subsistencia y el que podamos transmitir nuestros genes, que al fin y al cabo, es el objetivo vital de cualquier especie. Pero todo esto, ¿realmente da lo que llamamos felicidad? Pasar 14 horas al día trabajando para tener dinero suficiente para poder vivir con ciertas comodidades, ¿es felicidad? Hm, pues hay un punto que no tengo demasiado claro, y es que, en esos días de 14 horas laborales, ¿en qué momento vives? Para gozar de esa felicidad tan ansiada, habrá que disponer de tiempo, ¿no? Por tanto, pongámonos en el supuesto de que el dinero no da la felicidad. Entonces, ¿qué la da? Volvamos al punto de los sentimientos. Si nos ponemos a pensar en ellos, enseguida nos vienen a la mente la amistad, el amor, etc. Pero hagamos una reflexión más profunda. ¿Cuáles son los sentimientos, que, cuando se presentan, lo hacen con mayor fuerza o se hacen notar más? Vale, sí, el amor te proporciona un estado de “atontamiento”, que no sabría definir como algo bueno o malo, supongamos que es bueno (siempre que sea correspondido), y esa sensación, suele ser bastante fuerte. Pero, ¿qué hay del miedo o del odio? En mi opinión, esos dos son los sentimientos más potentes  que una persona puede experimentar, los que tienen un mayor grado de intensidad en su máximo exponente. ¿Por qué? Bueno, en el caso del miedo, se trata de algo instintivo, más que un sentimiento. Es una cualidad evolutiva, que resulta bastante útil, ya que los sensatos suelen tener un mayor índice de supervivencia que los excesivamente envalentonados. Ojo, es algo útil en su justa medida, los demasiado cobardes tampoco tienen un gran éxito en cuanto a la supervivencia se refiere. Esto es un poco aristotélico, la virtud se encuentra en el punto medio. Pero volviendo al tema de interés, el miedo, como digo, es un sentimiento útil, pero está considerado como algo malo. A nadie le gusta estar asustado, tener miedo de algo, porque eso significa que algo va mal. Precisamente esto es lo que digo, el miedo, que es algo que nos asola con tanta potencia, viene provocado por “cosas malas”. Ahora hablemos del odio. Muchos dirán que el amor puede con todo, y que es más fuerte que el odio. Yo discrepo. Para esto hay que aclarar un par de puntos. En primer lugar, el odio es fácil de definir, porque es algo visceral, también es algo casi instintivo, aunque tiene un componente de consciencia que en el caso de los animales, no existirían. Un animal, no odiaría a otro, solo se enfrentaría a él si supusiese un peligro para su supervivencia, y no tendría un patrón racional para profesarle ese odio. Nosotros sí. Somos capaces de odiar a una persona sin tener realmente motivos suficientes para hacerlo, y eso nos convierte en muchas ocasiones en una raza despreciable. Pero el caso es que el odio creo que resulta fácilmente definible. ¿Y el amor? ¿Qué es? ¿Cómo se define? Sinceramente, yo, no lo sé. He tenido largas, intensas, y generalmente infructuosas conversaciones acerca de este tema, y digo infructuosas porque nunca he llegado a sacar nada en claro, y cuanto más he hablado de ello, más confuso me resultaba. Ahora bien, he de aclarar que sí creo en él, sí creo que existe, por más que ciertas personas se dediquen a llamarlo de otra forma y ocultarlo bajo pseudónimos (especial dedicación a CSC). Es decir, se trata de algo muy difuso, complejo. Y en cualquier caso, tiene connotaciones positivas y negativas, de las que no entraré a hablar porque me estoy desviando mucho del tema. La conclusión a la que quería llegar con esto es que, si los sentimientos negativos son los que nos afectan con mayor intensidad, creo que tampoco sería correcto decir que la felicidad reside en los sentimientos. Por lo tanto, estoy exactamente igual que al principio, pero al menos me he desahogado :D. Sí, estoy rayado.