No
habrá llanto en el mundo que pare guerras, no
habrá pan para el hambre sobre la tierra, pero sí hay amor. Y eso no podrán robarlo.
Hoy estaba inspirado, así que he
decidido que quizás fuese buena idea retomar el blog. Normalmente, suelo
escribir cuando estoy deprimido, porque es cuando necesito expresarme, y es
cuando más inspiración suelo tener. Hace un momento he escrito una carta de
forma bastante fluida e inspirada, así que espero no haber gastado toda la
motivación que tenía en ella. Sé que este blog lo leen cuatro gatos, porque por
otro lado, tampoco deseo que sean más, y sé que llevo mucho tiempo sin
escribir. Espero que los pocos lectores que tengo aprecien mi retorno. Y espero
que me salga una entrada medianamente decente. Por otro lado, creo que será un
escrito bastante personal, cosa que no suele ser costumbre, suelo ser bastante…
etéreo. Allá vamos.
Escribo y reflexiono mientras
escucho a Tosko. Es un descubrimiento reciente, pero es una de las cosas que
más agradezco de las que me han pasado últimamente. Las cosas no han marchado
demasiado bien, aunque bueno, ¿cuándo sí lo han hecho? Los que me conocen de
verdad, saben que tengo un carácter… digamos inestable. Me cuesta encontrar la
felicidad en las pequeñas cosas de cada día, y sin embargo me hundo con
facilidad ante las frustraciones y las adversidades. Miro a mi alrededor y el
mundo no me ofrece grandes expectativas ni esperanzas. Todo está absolutamente
podrido, la sociedad se rige por unos valores que dan auténtico ASCO, con
mayúsculas, y el más pintamonas es el que triunfa. En un mundo así, ¿qué cabe
esperar? ¿Por qué debería albergar optimismo en mi interior? Cierto que, para
ser justos, también debo decir que he conocido gente maravillosa en mi vida
(escasa, pero la hay, que es lo importante, supongo), sobre todo en los últimos
años. Esto no debe ser malinterpretado, hay gente que conozco desde hace mucho,
y es muy importante en mi vida, pero quizás en estos últimos años, la he “redescubierto”.
Por tanto, no digo que no aprecie mucho a mis amigos de toda la vida, o que no
me alegre un montón cada vez que les veo (sobre todo porque eso sucede cuando
se alinean todos los planetas). Son enormes personas también, pero me ha costado
un camino pedregoso y lleno de desavenencias dar con ellas. Nunca tuve unas
grandes dotes sociales, pero estoy orgulloso de una cosa: nadie consiguió que
cambiase para obtener aceptación social. Me mantuve fiel a mí mismo, sufrí,
quizás en exceso, sí podría haber tomado otra actitud ante las cosas, y ser más
fuerte, menos mangoneable, tener una mayor determinación. Pero mi naturaleza me
lo impidió, supongo. Digamos que los primeros años de mi vida social fueron
mucho más difíciles en un plano de aceptación. Por contra, en los últimos
tiempos, he tenido algunos desórdenes afectivos que han hecho que mi vida
sufriese unas sacudidas bastante importantes que me han desequilibrado en
sobremanera, a veces más que cualquier otra cosa antes. La relación con mi
familia también ha sido siempre difícil, a veces no encontraba en ella el
amparo que necesitaba en ciertas ocasiones. No se lo echo en cara, he sido muy
difícil de tratar. Simplemente que me gustaría haber hallado una mayor
comprensión y respaldo. Soñar es gratis, ¿no? Bueno, visto lo visto, quizás no
por mucho tiempo. Miro hacia el futuro y lo veo tan gris… y eso por ser
optimista y no verlo negro. Me considero una persona con una cierta profundidad
emocional, pero sin embargo, bastante mediocre en muchos aspectos de mi vida,
entre ellos, el plano académico. En los últimos años, quizás coincidiendo con
mis desórdenes afectivos, quizás motivado por el cambio de aires que supone el
salto a la vida universitaria, he tomado unos derroteros que no parece que
lleven a un lugar muy prometedor. Mi rendimiento académico ha bajado hasta unos
límites inverosímiles. ¿Por qué? Bien, como digo, creo que mi inteligencia, sin
ser baja, se halla dentro de la mediocridad. Lo que hasta ahora me había
empujado a seguir adelante siempre, era mi fuerza de voluntad, inquebrantable,
esa de la que tan orgulloso estaba yo, estaba mi padre, y en fin, era mi seña
de identidad. ¿Dónde te has metido, puta? Te necesito. En esos momentos en los
que flaqueo, siento que no doy para más, que no llego, que todo el mundo a mi
alrededor avanza, y yo me estanco, recuerdo los tiempos en los que me dejaba la
piel para conseguir las cosas, y me pregunto qué fue de ellos. Era mi única
arma, y ya no cuento con ella. Me avergüenzo de la inutilidad que he adquirido.
Quizás sea solo una cuestión de mentalidad. Quizás baste con replantearme la situación
y tomar medidas al respecto. Pero no sé cómo hacerlo… me siento engullido por
mí mismo, por una parte de mí más bien, que me está autodestruyendo. He
cambiado… yo me enorgullecía de haber permanecido fiel a mí mismo, y ahora he
cambiado. No puedo permitirlo, sería como traicionarme, he de hacer algo. Pero…
¿qué? Eso es algo que aún debo averiguar, pero lo único que tengo claro es que
no puedo seguir así.
Son las 3 de la mañana y yo sigo
aquí, despierto, me levanto en 4 horas, pero lo cierto es que no tengo ningún
sueño. Sin querer acabo de elaborar un juego de palabras bastante curioso. No
tengo sueño de somnolencia, pero… ¿y si hablamos de sueños, de expectativas de
futuro? ¿Se puede decir que tengo alguna? ¿Tengo alguna meta? Tal vez sea esa
la clave. Tal vez tenga que establecer metas que cumplir para conseguir esa
motivación, en busca de la cual me hallo. Tal vez sean metas a corto plazo lo
más adecuado. Tal vez no, tal vez tenga que marcarme un objetivo a priori
inalcanzable, e intentar llegar lo más lejos que pueda, sin frustrarme si no lo
consigo, sabiendo que he hecho todo lo que podía. Soñar. Qué acción tan loable.
Los sueños son algo tan bonito sobre el papel… Todo el mundo tiene sueños. “Quiero
ser astronauta”, “quiero ser futbolista”, “quiero, quiero, quiero”. De todas
esas personas que tienen un sueño difícil de conseguir, ¿cuántas son las que
realmente lo consiguen? Creo que esas personas deberían ser un ejemplo de
esfuerzo y superación para todo el mundo. Creo que deberían ser una referencia
para cualquiera que se proponga algo y lo primero que piense sea “No, es que yo
no puedo”. A la mierda, todo el mundo debería ser capaz de hacer lo que se
proponga, no es justo que haya alguien que decida qué es lo que puedes y qué es
lo que no puedes hacer. Pero, ¿qué es lo que realmente quiero hacer yo? Es que
ese es el primer paso para tratar de conseguirlo. ¿Realmente quiero ser
bioquímico? Creo que, sinceramente, ya escribo por inercia y porque en verdad no sé
cómo terminar este escrito de manera que quede medianamente estético desde un
punto de vista literario. Así que finalizaré diciendo que es un pedazo de mí lo
que acabo de escribir ahora mismo. Como he dicho, es la entrada más personal
que escribo hasta ahora, y parece una tontería, pero alguien que leyese esto,
prácticamente podría conocerme. Y apenas son dos páginas de Word. Qué tontería,
podría parecer que es imposible definir a una persona en tan poco. Pero esto es
mi esencia, la he plasmado y aquí quedará.
A quien le interese.
Bless.