lunes, 21 de enero de 2013

Rímel

Tu mirada al tiempo lo ha podido detener. Yo solo con ver, no sé comprender, dime melodías para que pueda entender. No sé cómo hacer para que de mi lado tú nunca te vayas, si teniéndote en mi vida para todo tengo agallas.

Me despierto sobresaltado, moviendo los globos oculares frenéticamente de un lado a otro de la habitación. Me encuentro en una cama de hospital, intubado. Padezco una severa enfermedad neurodegenerativa y he sufrido un desvanecimiento reciente. Apenas soy consciente de ello, todo lo que sé es lo que dicen los médicos, que aseveran que el fin de mis días se encuentra cercano. Soy relativamente joven, pero la predisposición genética y me imagino que algo de mala suerte, hicieron que manifestase esta enfermedad hace escasos meses, y que haya avanzado a ritmo vertiginoso. No recuerdo absolutamente nada de mi pasado, ni de las personas que me rodean, ni de quién soy, siempre me pregunto si mi vida era feliz. Solo soy capaz de recordar una cosa, una sola cosa. Mi enfermedad consiste en un deterioro de las neuronas, y esto es lo que ha causado que se borren todos mis recuerdos. Pero este único recuerdo que ha perdurado, este maldito recuerdo punzante y doloroso, no se aloja entre las conexiones neuronales, es algo mucho más profundo, una estaca ilusoria clavada a conciencia en las profundidades de mis entrañas.


Ojalá conservar por toda la eternidad olores que antaño
 impregnaron una chaqueta verde recién estrenada…

Ya borré esa mancha de rímel de aquella estúpida chaqueta… aunque jamás la conseguí borrar de mi corazón. Quedó sellada, cual huella impertérrita ante el paso del tiempo. Todo intento fue absolutamente en vano. Lo que aquello simbolizaba, impregnaba mi alma y todo mi ser, y me quemaba por dentro. Intenté librarme de ello por todos los medios, pero jamás fui capaz, y finalmente, tuve que aprender a vivir con ello. Traté de odiarlo, pensando que quizás, así me abandonaría aquella sensación. Pero no lo hizo. Traté de ignorarlo, pero se trataba de un dolor palpitante, como el de una herida abierta que supura, que te llega hasta el cerebro y se mantiene constante, martilleante. Aquel sentimiento abrasador me había ido consumiendo y ahora, llegado el final de mis días, iba a ser lo único que me llevase a la tumba. Para bien o para mal. Para toda la eternidad.

Por más que el mundo está podrido. Por más que todos miran a su ombligo, puedo mirarte a los ojos mientras te digo: “No sé qué haría en mi vida si no estás conmigo, gyal”.





jueves, 17 de enero de 2013

Do me a favour


                Do me a favour, and break my nose. Do me a favour, and tell me to go away.

Escucho Arctic Monkeys tumbado en mi cama, meditabundo, contemplando el inexpresivo techo, con mis pensamientos flotando por la atmósfera de la habitación. Hastiado. Suelo escucharlos durante estos periodos de melancolía desbocada en los que todo a mi alrededor parece ilusorio. Un juego de luces y sombras que se confunden en el espacio/tiempo y que distorsionan mi realidad. Suspiro. Últimamente las cosas no han ido bien, 2013 ha llegado con toda su furia para mí. Creo que objetivamente ha sido la peor entrada de año de mi vida. Absolutamente todo está saliendo al revés de como debería marchar, por eso prefiero pensar que esta no es la realidad, sino un universo paralelo del que regresaré en cualquier momento y mi vida será plena y feliz. Pero las canciones de Arctic Monkeys se acabarán, mi mirada volverá a enfocar mi viciado entorno, y descubrirá con pesar y abatimiento que solo existe una situación, esta, la mía, y que por mucho que desee con todas mis fuerzas que no sea tal, es la que hay, y me toca lidiar con ella. Lo peor de todo es que estás tan obcecado en evadirte de tu propio mundo que te olvidas de que hay gente en él que no entiende que necesites hacerlo. Gente que te importa pero no ven las cosas como las ves tú. Y te desesperas, porque necesitas sentirte comprendido. Escribo estas líneas con la esperanza de encontrar auxilio y respaldo en el desahogo del vacío, un grito desgarrado al cielo, clamando paz. Qué difícil es necesitar a personas que están tan lejos… ya sea física o figuradamente, o ambas. Supongo que es necesario aprender a vivir con ello, ya que al final, la única persona con la que tienes garantías de pasar toda la vida es contigo mismo. Por tanto, he de volver a mi terrible realidad, de la que no puedo escapar, pero sí puedo tratar de cambiarla. Y eso voy a hacer…

..Y deberías tenerlo en cuenta esta noche… deberías… And she won't be surprised, and she won't be shocked.

P.D.: Tramposa.



jueves, 10 de enero de 2013

Hastío


And if you go, I wanna go with you. And if you die, I wanna die with you. Take your hand and walk away.

Vuelta a caer. Vuelta a los oscuros abismos del averno. Dos meses. Dos meses tratando de enmendar esta tragicomedia que es mi existencia. Dos meses tratando de hallar la positividad donde no la hay, tratando de buscar la felicidad con ahínco. Para nada. Al final, todo vuelve a los orígenes, y por más que me empeñe en adornarlo todo con simbolismos idílicos, tan solo se trata de un inocente espejismo infantil. Un burdo autoengaño a sabiendas de que este modo de vida es enfermizo, para tratar de darle un giro revelador, un intento de nadar a contracorriente para tratar de huir de las temibles garras del destino. Un soplo de aire fresco que me devolviese la fe en mí mismo. Pero al final, nadie puede escapar a su naturaleza. Al final, todo es tan inestable como un delicioso soufflé, todo es tan frágil como un fino y delicado cristal. Basta un levísimo roce para desmoronar todo cuanto habías estado construyendo, haciéndolo añicos, rompiéndolo en mil pedazos ante tu impotente y desesperada mirada. Todo a tu alrededor parece carecer de sentido. Pierdes la conexión con el mundo y la realidad, la soledad te atrapa en su siniestra red. Cuando pierdes la base sobre la que estabas edificando, ¿qué puedes esperar? Cuando ves que te derrumbas y que no te puedes aferrar a nada, ¿qué te queda, salvo hundirte? Cuando la luz que guiaba tus pasos hacia la salvación se ha extinguido, ¿cómo evitar perderte en las sombras? Cuando ya nadie puede ayudarte…


lunes, 7 de enero de 2013

Dedicación


Cuando ya no queda nada solo nos recuerdan las palabras. El tiempo es juez en este juego de ajedrez, solo se vive una vez pero se mueren demasiadas.

La agonía se me antoja infinita en el vacío de las claras lagunas de la soledad. Cual cucaracha descabezada, sigo con vida a pesar de la extirpación de una parte vital de mí. Busco en mis recuerdos instantes congelados de absoluta felicidad, mientras vago por los insondables caminos de la incertidumbre. Tú… Yo… Entes perdidos, condenados al olvido en la inmensidad del cosmos. Meras sombras que juegan a encontrarse en la oscuridad y coquetean con la idea de un futuro en compañía la una de la otra. ¿Por qué te fuiste?, pregunta una voz lejana, susurrante, casi imperceptible. No hay respuesta a la pregunta salvo el tenue soplido del viento de la mañana, que silba sobre los destartalados tejados. Me abandonaste a mi suerte en pos de un paraíso adulador, promesas de una existencia plena en el baile de máscaras de la desazón. Busco con mis labios el roce de tu piel venenosa mientras saboreo una última vez el dulce aroma de tu cuerpo. Tú paladeas mi cuello, mientras con tus dedos recorres mi espalda de forma juguetona, y te pierdes en mil suspiros. Dices que huelo a verano. Tú hueles a esencia vital, tu presencia insufla vida, y cuando te vas, dejas un rastro de marchitez a tu paso. Ahora te esfumas. Te escapas entre volutas de humo que se escurren entre mis desesperados dedos, que te persiguen hasta los límites de la locura, más allá del andén de los sueños rotos en una ciudad insulsa cuyo nombre se pierde tras el alba. Todavía conservo grabado a fuego en mi piel el tacto de tus cálidos y longevos abrazos invernales, inundados de una infinidad de intensos sentimientos del pasado. Y te alejas… y te alejas… y te pierdo para siempre.

... Al amor correspondido, y al amargo sabor de lo perdido... Te echo de menos.


sábado, 5 de enero de 2013

Te quiero.

6 de Enero de 2013. Noche de Reyes. Recuerdo que hace justamente un año, escribí una entrada en este blog. Posiblemente la entrada más desgarradora y desoladora de las que he escrito. Me parece que fue la única que escribí con los ojos anegados en lágrimas. Un gran porcentaje de las entradas que he escrito en este blog, son de carácter bastante triste, puesto que casi siempre lo he utilizado como vía de escape, para evadirme de la realidad cuando los problemas me sobrepasaban. Pues a pesar de todas las entradas tristes (algunas terribles) que he escrito, creo que aquella vez fue en la que peor estaba en el momento de escribir. Creo recordar que había tenido una acalorada discusión con mi padre que había acabado con un portazo y conmigo enclaustrado dentro de la habitación, sumido en terribles pensamientos acerca de mi existencia. Quizás no fue una discusión mucho más grave de lo normal, pero es un día en el que se supone que la familia debe estar unida y me sentó especialmente mal. Y allí, sentado en la incómoda silla, comencé a teclear en el portátil para descargar mi dolor.

Un año después, me encuentro a las 2 y media de la mañana escribiendo estas líneas porque, de nuevo, estoy hecho una puta mierda, hablando en plata. Y es que parece que se está tornando en costumbre esto de pasar deprimido la noche del 5 al 6 de enero. También parece que estoy tomando como costumbre lo de escribir entradas personales, pero la verdad es que supongo que desahoga más que escribir de forma metafórica (que también), y total, como me leen cuatro gatos (siendo generosos), tampoco me importa mucho. Debería estar estudiando ahora mismo, y lo cierto es que es lo último que me apetece hacer en el mundo, porque no puedo parar de pensar en cierta personita, dándole vueltas, uuuuuna y oooootra, y oooootra vez, y no se va de mi puñetera cabeza. Es un constante repiqueteo que no me permite concentrarme en nada más, lo cual me frustra y me desespera a partes iguales. Cuando parece que estoy empezando a controlar un poco mis pensamientos, vuelve a aparecer para quedarse. Parece reírse de mí, diciendo: "eh, tú, que no te vas a librar de mí". Y lo cierto es que creo que una parte de mi subconsciente no quiere dejar de pensar en ella, y por eso no la deja salir. Porque es tan importante que no quiero olvidarme de ella, ni de lo que representa para mí, ni de lo que siento, porque es auténtico, y nunca me había sentido así. Así que sí, estoy jodido, pero supongo que es algo inevitable, y no sé si en algún momento se llegará a pasar, pero no tiene pinta de que vaya a ser a corto plazo. Nos estamos haciendo mucho daño los dos, pero es que nos necesitamos, y no nos tenemos, y eso nos mata. Supongo que es un mal necesario esto de distanciarnos, pero la verdad es que está acabando conmigo. Espero poder sobreponerme. Pronto.

Te quiero.