miércoles, 6 de marzo de 2013

Reflexiones de clausura

La montaña rusa que es mi estado de ánimo me traiciona constantemente. Cuando me da la impresión que empiezo a sobreponerme, todo se derrumba y deseo imperiosamente que estuvieses a mi lado. Hoy hace un mes que te esfumaste de mi vida, y el camino hasta llegar aquí ha sido arduo, he tenido que reprimir mil y un impulsos de mandarlo todo a la mierda y volver a hablarte, te he necesitado con más ansiedad que a cualquier droga conocida por el hombre. Una pérdida tan importante ya es insoportable, así que cuando se le suma otra en un breve lapso de tiempo, no solo se deshace lo poco que habías conseguido avanzar, sino que las fuerzas para continuar quedan bajo cero, y la necesidad de necesitarte se refuerza y se hace más evidente. En cierto modo, me obligo a pensar que debo y que de hecho estoy siendo fuerte, ya que de momento he conseguido no desquiciarme, lo cual parecía tarea imposible. Esta entrada está siendo una auténtica mierda, pero lo cierto es que me da igual. No… no soy suficientemente fuerte… si lo fuese, conseguiría avanzar, y en lugar de hacerlo, no hago más que retroceder, buscando unas huellas que seguir para encontrar mi propio camino, pero esas huellas siempre son erráticas y se pierden en un horizonte infinito que no lleva a ninguna parte. Todo se viene abajo a mi alrededor mientras me lamento de esta eterna condena que parece destinarme a morir sin haber disfrutado del amor, tan solo habiéndolo sufrido.

Si estoy escribiendo toda esta sarta de negatividades es porque he tomado la decisión de dejar el blog. Ha sido una buena vía de escape durante más de un año, pero se acabó. Ha sido una etapa de mi vida, pero ya no tiene nada que ofrecerme ni que aportarme. No tengo ningún tipo de motivación. Antes era capaz de transformar sentimientos de tristeza, rabia o frustración, y me sentía liberado. Ahora me siento tan vacío que no soy capaz ni de hacer eso, por lo que lo mejor es acabar con él. Termino además el blog con 27 entradas, circunstancia que no es premeditada, sino meramente casual. Sin embargo, se trata de un número que en los últimos tiempos ha pasado a simbolizar algo para mí, y quizás para alguien más… o quizás no, la verdad es que ya me da igual. Pero en fin, no deja de ser muy irónico todo. A partir de ahora, por tanto, el 27 será para mí el número de los finales. Pensé en borrar todo rastro de la existencia de mis escritos, pero supongo que es un fragmento de mí, de mi esencia, y como tal, debe permanecer. Quizás no vuelva a escribir jamás en la vida. En realidad, a nadie le importa un carajo, y teniendo en cuenta la mierda que escribo (sobre todo últimamente), no es una gran pérdida, pero supongo que me debía, aunque fuese a mí mismo, una despedida.

Así que hasta siempre o hasta nunca (depende de cómo se quiera enfocar), este que se hace llamar pseudoescritor, se despide.

                I'm trying to let you know that I'm better off on my own.