viernes, 15 de febrero de 2013

Fénix

Pasar página. Esa expresión tan utilizada que poca gente es capaz de llevar a la práctica. La vida te enseña a base de varapalos, algunos muy duros, que ilusionarte solo sirve para acabar haciéndote daño y sufriendo. Por otro lado, vistos de forma positiva, estos varapalos sirven para hacerte crecer y madurar como persona. Te hacen fuerte. De todo hay que sacar lo bueno. Paso página y pongo fin a un capítulo de mi vida que en gran parte ha sido para olvidar. Demasiados años, perdido en este mundo. Esta última etapa ha sido especialmente bella y agónica al mismo tiempo. Siempre quedarán los buenos recuerdos que, aunque ahora recientes, punzantes y dolorosos, en un futuro serán algo digno de conservar en la memoria, y no podré evitar esbozar una sonrisa. Esa sonrisa que tanto te gustaba. Dicho esto, comienza la etapa de mi vida en la que, como te prometí a ti y sobre todo a mí mismo, toca ser feliz, aunque sea sin ti…

Habré de buscar un nuevo pilar en el que sostenerme para no caer, aunque sea imposible reemplazarte. Supongo que a pesar de todo, agradezco mucho que te hayas cruzado en mi camino. Me has guiado hacia este fin de etapa, hacia el inicio de una nueva forma de vivir, has sido un punto de inflexión en mi vida y jamás te olvidaré. Siempre te querré. Me has aportado mucho en muchos aspectos. Llenaste mi existencia con tu llegada y la vaciaste con tu marcha, y aún no sé cómo voy a llenar ese enorme vacío, ya que lo has significado todo para mí. Pero ahora cada cual seguirá su camino, por separado, y espero que el que tú has elegido te lleve a la felicidad. Adiós y…

                Que te vaya bien.


lunes, 11 de febrero de 2013

Aquel beso


Aquel beso en la ciudad
que pierde su nombre tras el alba,
que no existió,
aunque se hallaba latente en el aire,
me atormenta a cada segundo
y no quiero que esto acabe.

Esas caricias
interminables,
ese anhelo
indescriptible,
ese cruce de miradas cómplices,
mientras jugamos a querernos.

Todo caerá en un pozo de olvido.

El imperecedero susurro
de las almas que quedaron atrás
se agita juguetón,
 entre las ramas de los árboles.
Y la luna refleja una gama
de matices de tristeza.

La madrugada se acerca,
y tengo miedo
de sus terribles consecuencias.
Del suave tacto de un nuevo sol
sobre mi piel,
y sobre la tuya.
Pero lejos de mí.

Cause I'm lonely, and I'm tired. I'm missing you again, oh no... once again.

jueves, 7 de febrero de 2013

220 days loving Nightmares

You should have known the price of evil.

Este es un escrito al dolor. Ese dolor tan intenso que solo es concebible en las peores pesadillas. Dolor del alma que desgarra cada resquicio del cuerpo y late enfurecido.

No sé qué tendrán las noches del 6 al 7 en meses invernales, por algún motivo son siempre fatídicas. 220 días desde aquel primer encuentro con ese simpático ser felino, que invadiría mi mundo, en el que se quedaría para siempre. Cerca de dos terceras partes de un año cargado de demasiadas emociones. Tantos momentos inolvidables que quedan empañados por un triste y desgarrador final. Y es que es muy duro ver cómo una persona que te cambia la vida, alguien que sin planearlo pasa a significarlo absolutamente todo para ti, un buen día desaparece para siempre. No creo que sea algo a lo que un ser humano pueda terminarse acostumbrando. Fragmentar el alma de esa manera debería estar prohibido. Nunca jamás habrá manera de llenar ese vacío. Seré un cadáver andante, errante por el mundo de los vivos. Lo seré hasta que dejes de dolerme, y lo cierto es que no sé cuánto tiempo de ese "siempre" tardará en suceder eso. Me resulta imposible concebir que todo quede en un precioso pero perdido capítulo en mi vida. Algo de luz entre la oscuridad de los insondables registros de un deprimente pasado. Algo que recordaré como un maravilloso sueño del que, como en el caso de todos los sueños, era inevitable despertar en algún momento. Una despedida que sabe a muerte, un dolor indescriptible que nunca terminará de cicatrizar.

                Guárdame en tu corazón y que no se te olvide que he muerto al perderte, porque tú eras mi vida.

  
Los mayas anunciaron que el fin del mundo debía llegar cuando el pasado año estuviese a punto de expirar. Quizás el mundo como globo terráqueo sigue girando, y la vida de millones de personas se ha mantenido inmutable. Pero lo cierto es que fue entonces cuando mi mundo, el nuevo mundo que estaba forjando sobre un cimiento que creía sólido, comenzó a desmoronarse. Ruinas de lo que prometía ser un esperanzador futuro se alzan ante mí, mientras observo impotente la escena. Tenues lagunas redondeadas, disfrazadas de dolor, agonía, sufrimiento y frustración, resbalan danzarinas por las laderas de mis mejillas, creando un cristalino charco al derramarse grácilmente. Mis enrojecidos ojos, aun al borde de la sequía, no cesan de emanar tristeza en forma de cálidos aguaceros salados. Los dulces recuerdos se tornan en amargos puñales que atraviesan sin piedad mi maltrecho corazón.

Tengo la sensación de que el tiempo se detiene. Nada importa ya, todo lo demás se me antoja completamente superfluo y trivial. El sueño se ha tornado en pesadilla, y lo peor de todo, es que aunque sea doloroso en extremo, en esta fría despedida me aferro a esa pesadilla, la amo, ya que es lo único que me queda, y mi única fuente de vida. Esta puta pesadilla.



“Si las puertas de la percepción se
purificaran todo se le aparecería al hombre
como es, infinito”.
WILLIAM BLAKE
  
El residuo crítico y filosófico
de lo extraordinario
es lo único que me queda.

No es ningún secreto
que no sé cómo ser solo,
sólo sé cómo estarlo.


Se fueron tus rasgos,
se fue tu sonido,
se fueron las metáforas,
se fueron tus poemas,
se fue tu arte,
se fueron los sentimientos
y algún día se irán los recuerdos
y los olvidos.

El eterno círculo
que no es más que el poliedro infinito
vestido de curvas
vuelve a abrir su trayectoria
erróneamente
y a cerrarla
para dejarme ver un segundo
del único anhelo que he tenido.

La única vez que no he estado solo.

Me niego a que te vayas,
me niego a que te vayas
porque el amor,
el instinto que me hace ser hombre
me dice que sin buscarte
no existo más que en mi espejo
y soy solo.

Vete,
pero seguiré tus huellas
como siempre he hecho
quedándome crítica, filosófica, residualmente
contigo.
Alberto Becerro González

sábado, 2 de febrero de 2013

Angel

                When I close my eyes I hear your velvet wings and cry…

Una vez más, el viento sopla en contra. Silabeantes pero poderosos susurros golpean con insistencia el vidrioso cristal de mi ventana, lo cual provoca que me sobresalte y me vuelva hacia ella. Mientras observo, un gorrión se toma un pequeño descanso de su frenético vuelo en el alféizar. Su incesante y nervioso movimiento de cabeza obnubila por un instante mis pensamientos, que se ocupan en preguntarse qué estará pasando por la mente de esa pequeña criatura alada. Hay algo que me llama la atención en ese ser. No se trata de un ave convencional. Me está mirando fijamente, trata de decirme algo con los ojos. Son unos acais sobrehumanos. En un momento, se sume en un resplandeciente haz de luz cegadora. Retrocedo unos pasos, impresionado ante tal espectáculo, y no sin dificultad, consigo alzar la vista de nuevo, aunque con los ojos entrecerrados. Todo ha cambiado. El pequeño gorrión se ha tornado en una forma antropomórfica, muy esbelta y definida. Un ángel. Un ángel salvador y verdugo. Un ángel que es bendición y condena. Ángel y demonio al mismo tiempo. Una vez más, dirige su imponente mirada hacia la mía, y en las fosas abisales que son sus infinitos abismos oculares puedo discernir una vasta amplitud de sensaciones visuales. Una inevitable fuerza atractiva se cierne sobre mí. Tengo una necesidad irrefrenable de atravesar la ventana que nos separa y lanzarme al vacío abrazo de sus cálidos brazos y de sus alas etéreas. Y caer. Todo se torna oscuridad. Me veo rodeado por las erosionadas calaveras de muchos otros que lo intentaron antes que yo. 


La encarnizada lucha con el destino, un destino que cambió con tu llegada. Un destino que iluminaste y salvaste con tu presencia y que sumiste en las más absolutas tinieblas conocidas con tu marcha. ¿Ángel? ¿Demonio? ¿Qué importa eso? Me debato entre la vida y la muerte espiritual, tratando de saber qué hacer para rescatar mi alma. Entregarme a ti puede significar mi mayor destrucción. O mi salvación eterna. Vuelvo a mirarte a los ojos y tomo una decisión. Envuélveme con tus bellas alas y transpórtame a donde quiera que lleven tus designios. Elévame hasta los confines de los cielos o sumérgeme en las profundidades del averno, no me importa. Sólo quiero estar contigo, ángel.

                Hold me inside your wings and stay… Oh angel, take me far away.