jueves, 31 de julio de 2014

Catarsis

A veces me permito soñar. A veces me permito caer en el anhelo de lo imposible y jugar a sorprenderme con la estupidez humana. Y la no humana. La mía. ¿Qué lamía? ¿Mis heridas o tu suplicante coño? He perdido el hilo. Y la madeja entera. Escribir líneas al azar y esperar que converjan en algún punto infinito del multiverso. Multi versos. Versos de besos. Besos que versan sobre historias apagadas. Farolas encendidas que parpadean alumbrando tenuemente las calles de la urbe. Alumbran a dos mendigos peleándose por un aliento en forma de un último suspiro de vino tinto. Se revuelcan por el suelo como nos revolcamos nosotros, sin pudor. Buscando la vida y al mismo tiempo perdiéndola. Junto con la vergüenza. Acompasando las respiraciones en un grotesco baile. La gente mira. ¿Y qué más da, si esto es solo tuyo y mío? Cuando te desabrocho el alma, ya no hay vuelta atrás. Se entrega a mí con desenfreno mientras pienso si quiero saber si me besarás. ¿Quiero saberlo? ¿Eres mía? ¿O yo soy tuyo? Estas preguntas también resuenan en tu cabeza cuando finalmente te beso. Tal vez solo eres un animal peligroso persiguiendo un relámpago llorón que no sabe a dónde va.


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